La caverna en la crianza (Platón)

Hoy procuraré aplicar la famosa alegoría o mito de la Caverna de Platón al mundo de la crianza. 

 

¿Cuáles serán sus sombras, sus falsas realidades, sus cadenas?

Platón cuenta en su obra La República que unos hombres están encadenados en una caverna condenados a ver unas sombras proyectadas en una pared. Como están encadenados desde su nacimiento no conocen otra realidad y toman las sombras por objetos reales porque es lo único que conocen.

¿Pero acaso nosotros y nosotras, ciudadanas y ciudadanos del mundo real, no tenemos cadenas? 

¿No vemos a veces sombras, en vez de realidades? ¿Y no estamos obligados a verlas? Cada cual tenemos nuestras propias cadenas, sombras y falsas realidades; pero en muchas de ellas, todas y todos coincidimos. Seguramente no se den las mismas cadenas en la maternidad que en la paternidad, en unos padres maduros que en unos jóvenes, en un matrimonio homosexual que en otro heterosexual, en una madre soltera, que en otra con pareja… Pero a pesar de todo ello, podemos constatar que algunas de esas cadenas son comunes a todos nosotros. 

Todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, estamos atados de pies y manos mirando unas sombras. 

A veces conseguimos desatarnos y escapar de ciertas sombras, cuando desaprendemos, ¿pero podemos escapar de todo lo mamado? ¿Podemos desligarnos de nuestras circunstancias? ¿Ortega y Gasset, aceptarías que pueda ser yo sin mis circunstancias?

Sombras del mito de la caverna en la crianza

Nuestras cadenas es todo aquello que nos condiciona inconscientemente. 

Los tabúes, los prejuicios, las creencias (en el sentido de Ortega y Gasset), los dogmas, los mitos... no nos dejan ver la realidad. “La leche a partir de un año no alimenta”, “no lo cojas en brazos, lo estás mal acostumbrando”, “déjale llorar que se le ensanchen los pulmones”, “dale cereales en el biberón y dormirá toda la noche”, “¿cuándo le vas a dar un buen puré con fruta y galletas maría?”...

Debido a estas cadenas no podemos ver la realidad

La realidad es lo científicamente demostrado: la leche a partir del año sigue alimentando, la OMS recomienda dar pecho al menos los dos primeros años; llorar supone matar neuronas, cuando el bebé está estresado, libera cortisol, una hormona tóxica que mata neuronas; como explica Rosa Jové y varios estudios, los niños y los adultos nos despertamos varias veces a lo largo de la noche, pero los niños todavía no dominan la técnica de los adultos de volver a dormirse acto seguido; como dice Basulto la galleta María es tan bollería como el croissant, por lo visto, el propio Ministerio de Sanidad la incluyó en la encuesta ENIDE (Encuesta Nutricional de Ingesta Dietética Española) dentro de la categoría “bollería”.

Ciencia vs Opinión

El propio Platón contraponía la ciencia (Episteme, el conocimiento de la realidad) a la opinión (Doxa, aquello que conocemos cuando estamos en la caverna). Y la opinión, si somos conscientes de que es opinión y no ciencia, es decir, si no tomamos por realidad los prejuicios y los mitos, no es dañina porque podemos hacer oídos sordos; pero cuando es insistente y se quiere imponer y se quiere hacer pasar por ciencia, entonces sí se vuelve dañina y perjudicial.

 

En el próximo artículo continuaremos con el mito de la caverna y analizaremos qué le ocurriría a uno de los encadenados si lograse desencadenarse y escapar al exterior.

Puedes leer la segunda parte aquí: La caverna en la crianza (Platón) - 2ª parte

 

 

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alaia saenz

Alaia Saenz Orbe

Alaia Saenz Orbe

Soy Alaia Saenz, licenciada en filosofía por la Universidad de Deusto y profesora en educación secundaria. Pero sobre todo, soy madre de dos hijas y estoy preocupada por su desarrollo personal.

El hecho de ser madre ha cambiado mi foco de interés y por eso analizo desde la perspectiva filosófica temas relacionados con la crianza, basándome en los grandes clásicos de la historia.



 

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