En este artículo continuamos con la aplicación de la famosa alegoría o mito de la Caverna de La República de Platón al mundo de la crianza.
Si aún no lo has hecho, puedes leer la primera parte aquí: La caverna en la crianza (Platón) - 1ªparte .
¿Qué ocurriría si uno de los que está encadenado en la caverna, obligado a ver las sombras de la pared, lograse desencadenarse y escapar al exterior?
¿Qué ocurriría en el ámbito de la crianza, si pasásemos de la “opinión“ (los prejuicios, las creencias, lo que “siempre se ha hecho así) a la “ciencia“ (lo que está fundamentado por las investigaciones, los estudios y los consejos de las asociaciones de pediatría de diferentes países)?
Me surgen dos dudas:
- La anteriormente expuesta en el artículo de la semana pasada: ¿Es posible desencadenarse, desligarse de todas nuestras circunstancias, que como diría Ortega y Gasset, nos influyen y condicionan? ¿Es posible desprenderse de todo lo que nos han enseñado sobre los niños y su cuidado y educación?
- ¿Una vez desencadenados, seríamos capaces de observar, captar e interiorizar la “nueva” realidad? ¿Podemos asimilar aquello que nos dicen los expertos sobre crianza, aunque resulte muy diferente a lo que vivimos cuando fuimos críos?
1. ¿Es posible desencadenarse?
Creo que hay que superar un camino lleno de obstáculos para poder llegar al exterior de la caverna, para desencadenarnos de todo aquello que nos condiciona consciente e inconscientemente.
En el mundo de la crianza, como dijimos en el artículo “El sentimiento de culpa en la crianza” estamos condicionadas y condicionados por el tipo de crianza que hemos recibido, por la información que recibimos, por nuestra tribu y por la sociedad en la que vivimos. Por consiguiente, para poder desencadenarnos, tendríamos que hacer consciente aquello que muchas veces es inconsciente. Tendríamos que cuestionar todo lo recibido: cómo nos han tratado, cómo nos han mostrado aprecio, cómo han gestionado nuestras rabietas y conflictos, cómo han impulsado nuestra autonomía, etc.
Así mismo, entre todo lo cuestionado, tendríamos que desprendernos de lo que llamabamos opinión en el primer artículo: de nuestras creencias infundadas, prejuicios e ideas que no tienen rigor científico y, a veces, resultan perjudiciales; por ejemplo, la creencia de que hay que vestirles a los bebés con una capa más, incluso en días calurosos, puede incluso resultar ser peligroso para su salud.
Por eso Platón afirma que sólo unos pocos serán capaces de alcanzar “la Verdad”, de realizar ese arduo trabajo de superación personal.
2. ¿Podremos alcanzar “la Verdad”?
Platón se pregunta si tras salir de la oscuridad de la caverna, la luz del sol (la verdad) no nos cegará y no nos parecerán más reales las sombras que veíamos antes, que la propia realidad. ¿Acaso el acto de observar directamente la luz del Sol, de “la Verdad”, no nos impedirá ver con nitidez el exterior de la caverna? ¿Tras tantos años de creencias interiorizadas, los datos y estudios resultarán convincentes? ¿Tras años de interiorizar lo que nos han dicho de la crianza y de vivirlo en primera persona, seremos capaces nosotros de educar de otra manera? ¿Seremos capaces, por ejemplo, de no obligarles a comer, de ser tolerantes y comprensivos con las rabietas de los dos años, de no presionarles para quitarles el pañal, etc.?
La salida de la caverna es un camino de desaprendizaje
La salida de la caverna requiere de un gran esfuerzo, de un proceso de superación no sólo para salir al exterior, sino también para acostumbrarse a él. Es un proceso arduo y dificultoso porque supone desprenderse de ideas y creencias muy arraigadas e interiorizadas. Es un camino de desaprendizaje para obtener un nuevo aprendizaje.
Compartir lo aprendido
Supongamos que lo conseguimos y logramos nuestra meta, nuestra obligación moral sería compartir lo aprendido con aquellos que han estado con nosotros en la caverna. Por lo tanto, deberíamos descender al mundo de las sombras para ayudarles a salir de ahí.
Sin embargo, la reacción de nuestros iguales no será la que nos gustaría. Según Platón, se reirán de nosotr@s e incluso puede que intenten “matarnos”, si les desatamos y les hacemos subir. El movimiento libre, el El Baby-led Weaning (el bebé a partir de los seis meses en vez de complementar su alimentación con purés, se lleva él mismo a la boca alimentos enteros), el colecho , la crianza con apego… cuestionan creencias muy arraigadas en nosotr@s y para aquell@s que lo escuchan por primera vez, pueden resultar ideas estrafalarias y ridículas. “¿Cómo le vas a dar sólidos a un bebé?”, “por qué no le ayudas a andar sólo?, “no le cojas que luego se acostumbra”...
Vivir en la caverna resulta muy cómodo, no hay que pensar ni cuestionar ni replantearse nada; en cambio, el nuevo mundo, el de la ciencia, requiere esfuerzo y hace tambalear todo lo pensado y vivido hasta ahora.
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Alaia Saenz Orbe
Alaia Saenz Orbe
Soy Alaia Saenz, licenciada en filosofía por la Universidad de Deusto y profesora en educación secundaria. Pero sobre todo, soy madre de dos hijas y estoy preocupada por su desarrollo personal.
El hecho de ser madre ha cambiado mi foco de interés y por eso analizo desde la perspectiva filosófica temas relacionados con la crianza, basándome en los grandes clásicos de la historia.
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