¿Debemos inculcar la obediencia en nuestros hijos o hijas? (Arendt)

La obediencia parece ser un objetivo tanto de los padres y de las madres como de l@s profesor@s. A tod@s nos gusta, cuando ejercemos un rol de responsabilidad, que nos hagan caso ¿pero qué ocurre cuando no se cuestionan las normas o las órdenes y se cumplen a ciegas?

 

Hannah Arendt, corresponsal en el juicio contra Eichmann

Hannah Arendt, una de las filósofas más importantes de la historia, fue enviada como corresponsal por la revista The New Yorker a cubrir el juicio contra Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS hitlerianas encargado de organizar gran parte de las deportaciones masivas que llevaban al Holocausto. Los informes que escribió dieron paso a su libro Eichmann en Jerusalén, cuyo subtítulo fue un estudio sobre la banalidad del mal.


¿Un monstruo o un “buen empleado”?

La mayoría de la gente consideraba a Eichmann un monstruo, un ser “a-normal” (fuera de lo normal), mientras que para Arendt no era ni un monstruo ni una persona mentalmente enferma, simplemente un burócrata, una persona sin iniciativa propia, una persona que obedecía órdenes. 

El propio Eichmann se declaró inocente porque sólo seguía órdenes, él sólo hacía su trabajo. Era un trabajador del y para el sistema. Le tocó vivir en el nazismo pero en cualquier otro sistema también habría sido “un buen empleado”. Para Arendt era “una persona terriblemente y temiblemente normal, un producto de su tiempo y del régimen que le tocó vivir”.

Juicio contra Adolf Eichmann


La banalidad del mal

Algunas personas acatan las reglas y las órdenes de tal forma, que por muy injustas que sean, no las ponen en duda ni las cuestionan. Se centran en su cumplimiento y se olvidan de sus consecuencias, por lo tanto, no se consideran responsables de sus actos. A este fenómeno Arendt lo llamó la banalidad del mal


El experimento de Milgram confirmó lo defendido por Arendt

Las conclusiones de Arendt crearon mucha controversia e incluso llegó a perder amistades, porque muchos interpretaron que defendió a un nazi. Sin embargo, tres meses después Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale, realizó un experimento, llamado Los peligros de la obediencia, que confirmó la banalidad del mal de Arendt. “Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio. (Stanley Milgram. The Perils of Obedience. 1974)

Experimento de Milgram


La conclusión de la banalidad del mal de Arendt y el experimento de Milgram

La conclusión de la banalidad del mal de Arendt y el experimento de Milgram es que la obediencia, si no es el resultado del análisis de nuestra capacidad crítica, es muy peligrosa. Ese experimento y otros similares mostraron que más del 60% de los participantes prefería hacer daño a otras personas antes que desobedecer a la autoridad. Por lo tanto, debemos obedecer, siempre y cuando, una vez utilizado nuestro pensamiento crítico, así nos lo diga nuestra conciencia.


La obediencia en la crianza

Así mismo, en la crianza debemos tener cuidado con fomentar la obediencia ciega. Debemos establecer normas que tienen que ser “obedecidas” por el bien de la seguridad y la salud de nuestr@s hij@s, pero a partir de ahí, debemos darles la opción de elegir: con qué quieren jugar, qué ropa quieren ponerse o qué quieren comer, por ejemplo. Es decir, no le vamos a dejar que se ponga chancletas en pleno invierno o que merienden donuts todos los días, pero podemos dejar que se pongan ropa que no nos gusta a nosotros o elegir la merienda entre opciones saludables. 

En definitiva, considero que para no desarrollar una obediencia ciega, hay que promover la capacidad crítica y hay dos maneras directas de estimularla en los niñ@s pequeñ@s:

  1. Impulsar su toma de decisiones
  2. Mantener viva su capacidad de asombro y curiosidad

El acto de dejarles elegir o tomar decisiones es una de las principales maneras para que cuando son muy pequeños puedan desarrollar su propio criterio. Deben ir desarrollando su gusto, su propia opinión, su criterio, en la medida de lo posible; porque eso supone no acatar ciegamente las decisiones de otr@. Así mismo, en el artículo Los niños: nuestros pequeños filósofos explicábamos la importancia de la curiosidad. El hecho de contestar siempre a sus preguntas y satisfacer su curiosidad, va a provocar que l@s niñ@s sigan cuestionando lo que está a su alrededor, estimulando así su capacidad crítica.



La actitud filosófica

La filosofía, entendida como la disciplina que fomenta la capacidad crítica, debe ser la herramienta que utilicemos ante cualquier autoridad, ley u orden. Por eso, considero tan importante que ya desde niñ@s les enseñemos a utilizar esta herramienta y les inculquemos la importancia de cuestionar todo lo que sucede a su alrededor. Estimular su capacidad crítica supondrá el no ser una oveja más del rebaño, sobre todo cuando ese rebaño esté mal dirigido.

A veces estamos tan preocupados porque nuestros hijos nos obedezcan, que olvidamos el riesgo de la obediencia ciega.

Kant, uno de los grandes referentes de la ética occidental, pensaba que debemos acatar las órdenes que correspondan al rol que ocupamos en la sociedad, pero en el caso de que éstas vayan en contra de nuestra conciencia, deberíamos “desocupar” ese rol (dejar de ejercer ese trabajo, puesto o rol) para no tener que obedecer esa norma. Así mismo, otro de los grandes referentes de la historia, Mahatma Gandhi, establece que “cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer”.

Hannah Arent y la obediencia


Así pues, quiero ensalzar la actitud filosófica de Arendt, que va más allá de la actitud superficial de valorar a Eichmann como monstruo o loco, e intenta buscar una explicación radical (perteneciente o relativo a la raíz) para interpretar hechos como los que ocurrieron en el nazismo, pero que son extrapolables a situaciones actuales.



Para profundizar más en este tema os recomiendo:

Vídeo que explica el experimento de Milgram:

Vídeo sobre los peligros de la obediencia de Alberto Soler:

La película “Hannah Arendt”:

Trailer de la pélicula Hanna Arendt:

Hannah Arendt pelicula completa (Español latino):

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alaia saenz

Alaia Saenz Orbe

Alaia Saenz Orbe

Soy Alaia Saenz, licenciada en filosofía por la Universidad de Deusto y profesora en educación secundaria. Pero sobre todo, soy madre de dos hijas y estoy preocupada por su desarrollo personal.

El hecho de ser madre ha cambiado mi foco de interés y por eso analizo desde la perspectiva filosófica temas relacionados con la crianza, basándome en los grandes clásicos de la historia.



 

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Comentarios   

0 #1 McTxebas 08-06-2020 20:04
Todos pensamos que seríamos esa persona que no obedecería y pararía de aplicar descargas....
O no....?
Cuanto menos para reflexionar
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